Hay momentos en la historia en los que el mundo, confiado en el aparente orden de las cosas, avanza con pasos firmes hacia el abismo. La crisis financiera de 2007-2008 no fue un terremoto inesperado ni un cataclismo imprevisible. Fue el desenlace de una cadena de decisiones, de ambiciones desmedidas y de una fe ciega en un sistema que, bajo su fachada brillante, albergaba grietas profundas. Mientras las calles bullían con la actividad cotidiana y millones de personas soñaban con casas, negocios y futuros seguros, en los edificios de vidrio y acero de las grandes instituciones financieras, se gestaban mecanismos que, lejos de crear riqueza para todos, construían castillos de naipes sobre arenas movedizas.
José Manuel Santos Vázquez, La Coruña 1964. Comerciante, empresario y analista económico. Capaz de convertir hechos de naturaleza compleja en texto comprensible y ameno.
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