1980 fue un año de vergüenza. La ideología trazó una frontera artificial entre dos orillas mentales. Todo lo que no pertenecía a un lugar, ni al de enfrente, eso que no pertenece a nadie y está al alcance de cualquiera, eso que no es ni sólido, ni líquido, ni gaseoso; ni malo, ni bueno; ni violento, ni dócil; ni conocido, ni desconocido, se convirtió en delito, pecado, traición. Esta es la historia de unos seres libres atrapados en el no-lugar.
Compone música que no es música, toca en bandas de rock que no son bandas de rock, escribe novelas que no son novelas, poemas que no son poemas y cuentos que no son cuentos. Investiga en disciplinas que no son disciplinas, restaura aquello que no es restaurable y cada vez gana menos dinero. Es un perdedor encantado.
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