La Isla del Tesoro reúne todos los elementos de la gran novela de aventuras clásica: una equis en el mapa, un joven huérfano con ansias de aventura, navegación en barcos de vela, intrigas y traiciones, ínsulas exóticas. Es el libro de aventuras inmarcesible al que ningún otro corsario ha podido hacer sombra. Como otros grandes clásicos de la literatura universal (Frankenstein o Alicia en el país de las maravillas) se dice de él que la idea le surgió a su autor en una racha de mal tiempo que le tenía confinado en casa a él y su familia, y que la trama surgió para entretener a su hijastro. Al parecer, primero le dibujó el mapa de la isla con el tesoro enterrado. Y a partir de ahí empezó a escribir la historia. Una historia protagonizada por el adolescente Jim Hawkins, que trabaja en la posada de sus padres. El día en que un viejo marinero taciturno y malhumorado llega para alojarse, la vida de Jim y su familia cambiará. El huésped posee un mapa que sus patibularios compinches anhelan, y que, por azar, va a parar a manos del joven hostalero. Empieza entonces una aventura por el mar para viajar a la isla caribeña que esconde el tesoro. El cocinero contratado en el puerto, un tal John Silver, y la tripulación, no son de fiar. Pronto protagonizarán un motín para apoderarse del mapa y comenzar a cavar en busca del cofre lleno de oro. Los piratas, sin embargo, no esperan que el joven Jim (y algún aliado inesperado) pueda afrontar la situación y burlar los ataques de los despiadados bucaneros.
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