Realidad y ficción se mezclan en este relato en el que un miembro de ETA acabó con la vida de 36 personas entre 1979 y 1989 al más puro estilo de los sicarios sudamericanos. El etarra y sus compañeros son ficticios, aunque basados en miembros de ETA reales. No así sus víctimas, por lo que figuran con filiación y lugar donde cayeron asesinadas. España, sus políticos, pretenden que olvidemos esa época ignominiosa. No lo conseguirán. No se lo debemos permitir. Las víctimas y los que lucharon contra esa lacra no se lo merecen.
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